La gestión del riesgo, más allá de concebirse como un requisito legal para la operación de un proyecto, obra o actividad, en sus fases de construcción, operación y desmantelamiento, debe constituirse como un elemento primordial, necesario, estructurado y coordinado que permita identificar y cuantificar fortalezas y riesgos, así como estructurar los procedimientos tendientes a responder y monitorear las consecuencias de eventos potenciales, con el fin de minimizar los riesgos que puedan afectar a las empresas y preservar sus elementos de valor.